lunes, 5 de julio de 2010

Crítica con ojos abiertos


Hay una línea de pensamiento crítico español que podríamos circunscribir a tres nombres:Quevedo, Larra y Valle-Inclán. Es éste un trazo de pensamiento que incluye objetivamente la rebeldía y que se encuentra este trazo rodeado de espejos donde se miran todos los lectores que por él pasan. Escritores de vida y obra a contracorriente, con su anarquismo literario por bandera, disidencia española de las letras. Son genios críticos cuyo pensamiento provoca cierto escándalo. Son una vez más genios literarios que examinan a la humanidad. Los grandes críticos han de estar presentes en toda comunidad humana.
El pueblo español posee saludable veneno innato de la crítica, incluso por razones de incultura, estado rudimentario de socarronería y desconfianza. Siendo la nuestra tierra de críticos, destacan por encima de todos y especialmente Quevedo, Larra y Valle.
El pueblo español se ha reido siempre del mundo, y eso está muy bien, se ha reído desde el anonimato, desde la confusa difusión de la responsabilidad. Se ríe en grupo, en masa, en multitud. El pueblo español tira la piedra y esconde la mano. Lo que caracteriza a nuestro escritores: Quevedo,Larra y Valle es que estos son nuestro raros, nuestro desarraigados. Ellos no critican desde el anonimato, sino en solitario, lejos del pueblo.
Quevedo es el primer de nuestros grandes críticos, sus espuelas de oro equivalen al chaleco de tisú de Larra y a la capa de Valle. Quevedo inicia en la literatura un estilo desfiante e insolente. No critica amparándose sino que lo hace a cuerpo limpio. Es por ello por lo que Quevedo influenció notablemente en Larra, una influencia que va más allá de los propios sueños. El estilo de Quevedo se convirtió en una defensa de los demás. Larra que pasea por un Madrid enlodado, quiere representar el progreso, la civilización, la libertad y el estilo. Su persona e indumentaria es una respuesta a la zafiedad de los madrileños. Larra sabe que él no es el salvador del pueblo, como antes lo supo Quevedo, y actuar de eso modo siendo consciente de este extremo lo hace más grande. Siempre mantuvo la tensión y eso es lo que le da grandeza a la manera que tuvo de vivir, alcanzó Larra el esfuerzo gratuito.
Tenemos a Larra en el "club de suicidas", no por su muerte puntual sino por su permanente estado de suicidio, al que contribuyó la patética situación social y amorosa que le acompañó ab initio. Su idilio con la libertad se rompe al mismo tiempo que su amor con Dolores Armijo.