jueves, 22 de marzo de 2012

Sueño y Muero

Te cruzaste conmigo aquel día
Y desde ese instante sueño y muero
Y en tus labios quedó mi poesía
Y en tus ojos la luz que no encuentro

Lejos y cerca siempre
Pues en mi alma hay hogar
Recordarte me emociona
Y vivo buscando tus huellas

Duermo pensando en tus besos
Y no me digas más

Mi pasado se esfuma
Y el presente es lo que vivo ya

Algo en mi ser se desgarra
Porque me ofreces ausencia
Y no me digas más

5 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Te respondo con unas líneas similares a las tuyas.

    Un velero blanco cruza mi añoranza,
    esculpe la mar brava con sus aguas.
    Estrellas de plata dibuja y lunas blancas,
    en el cielo de mis noches iluminadas.

    Una nube de pasión cruza los cielos,
    bajando lluvia pequeña en fina danza.
    Yo camino por las sendas de tus cielos,
    fundiendo en mi costado la esperanza.

    Perdidas entre dulces sueños dos almas.
    Su reencuentro multiplica las estrellas,
    observando atentas a la dama
    Galatea, ninfa entre las bellas.

    Solo quiero la tersura de tus labios
    y mi barca anclada en tu puerto.
    Adueñarme de la mirada de tus ojos.
    No retroceder ante el embate de tus besos.

    Rotas las ánforas de viajes y despedidas.
    El amor en oscuras celdas prisionero.
    Torbellinos de ilusiones renovadas.
    Ha roto los barrotes de mi encierro.

    A la orilla de la mar espero tu regreso.
    Libre , con ilusiones y esperanzas.
    Deseoso de cumplir mi soñado deseo.
    pasan los días, tempestades y bonanzas.

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  3. Despedida

    Me despides con un pañuelo de algas
    ninfa de los mares, Galatea,
    musa, náyade, sirena,
    soledad de cubierta y de aguas.

    Tu destello emigrante en orzada,
    se despide y zarpas a otro puerto.
    Te vas sin palos destrozada,
    mutilada y sin partes de tu cuerpo.

    Buscarás el calor de otras mareas,
    la calma que te ofrezca otro lecho.
    Hallarás la corriente que deseas
    con destino, proa a otro puerto.

    Y en la polar, estrella luminosa,
    observarás mi pupila dilatada
    goteando lloros, temblorosa,
    vigilante de tu nueva arribada.

    No quiero remolinos, ni tormentas,
    sólo quiero calma, suaves brisas.
    No quiero acapararte con mis olas,
    solo mirarte, sosegado, ya sin prisas.

    No quiero el ancla de tu beso urgente,
    como arpón fulminante y certero,
    ni la necesidad abrumadora de tenerte
    de nuestros cuerpos de agua y de acero.

    Sólo quiero tu quilla marinera,
    y en mis olas, tu cuerpo deslizante.
    En mi cuerpo de agua ya serena
    sentir tu proa siempre avante.

    Soy tu mar, Buque Escuela Galatea,
    del que siempre victoriosa te ha sentido,
    océano que tu presencia ahora añora,
    mar al que siempre has complacido.

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  4. Para ti.

    Blanco como la espuma
    es mi velero
    y desde el cielo
    veo tu navegar
    sobre el mar.

    Galatea, sobre la bruma
    tus velas, el viento,
    las tempestades, tu barlovento.
    Tú rezumas agua de sal
    por tus poros de abacá.

    Silueta femenina en la tajamar
    en tus jarcias y palos,
    “maniobras” osados
    sobre flechastes, burdas,
    sollozos y dudas.

    Nereida te dejaste amar.
    Sueños, mares
    amores , lugares
    travesías, osadías
    noches, madrugadas, días.

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  5. Desde que era niño siempre tuvo un sueño,
    se lo dió un barquito de papel,
    y fue desde entonces que quiso ser dueño
    del velero blanco y navegar en él.

    No por los paisajes de cielos lejano
    tampoco por islas de hermoso coral
    él solo soñaba sentarse en su barco
    y por una brisa dejarse llevar.

    Al pasar el tiempo se quedó en un sueño
    nunca cumplió su anehelo de mar
    nunca dijo nada, y siempre su empeño
    fue en el Galatea poder navegar.

    Al pobre velero nadie le ofrecía,
    por sus pocas fuerzas un poco de mar,
    y allí en el puerto día tras día
    se le arrebató su deseo de poder navegar.

    Pasado ya el tiempo aparece en su sueño
    y se va hasta el patio, buscando soñar,
    en la vieja silla, se siente en el barco,
    cerrando los ojos escucha la mar,

    y hasta hay una brisa
    que baja a sus labios
    olas pequeñitas
    con sabor
    a sal.

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