martes, 1 de junio de 2010

Narciso


Uno de junio del año 88, se apagó tu bello reflejo, fuente de mitología e ingrato recuerdo. La vanidad te empujó hacia aguas más profundas, frías y cristalinas. La estela se aleja tras de tí. Vanidad ¿Narciso? Todo menos eso; quizá bondad infinita que emana de tu corazón. Recuerdo de un brasero de cisco, caliente, incandescente, viejo y bello por igual. Gracia de la antigüedad, reliquia de un viejo salón. Ceniza que descansa en ese cuenco que nos persigue; vivencias de un barco que navega sin rumbo y que la tormenta lo hace naufragar. Tu voz se hace extensible en el tiempo, timbre que resuena en nuestro interior, qué dulce y qué tierno.

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