Son muchos los intelectuales y lectores empedernidos que se jactan al afirmar que lo tradicional supera a la innovación digital, especialmente en el ámbito de la lectura. Hoy después de todo, hay varios millones de personas en todo el mundo que disfrutan pasando páginas físicas, tangibles, en las que se puede escribir y subrayar, anotar y glosar, aquello que nos sugiere la lectura.
Curiosamente el libro electrónico es el único ámbito de comunicación que no termina de despegar entre los nuevos hábitos de consumo de los lectores, que se aferran a lo nostálgico que aporta el libro tradicional. Estos mismos lectores no desprecian en absoluto la tecnología pues a buen seguro, son usuarios de teléfonos inteligentes, tabletas, ordenadores y un sinfín de juguetes electrónicos que nacen para hacernos la vida más fácil; sinceramente creo que no lo terminan de conseguir.
Parece ser que tan solo un 16% de los usuarios de correo, redactan en papel, utilizan un sobre y le ponen un sello para que llegue a destino. Sin duda el correo electrónico es lo habitual. El tráfico de información que pulula digitalmente a nivel mundial es abrumador. Cierto es que este tipo de comunicación ha propiciado el acercamiento en las relaciones interpersonales, sólo un brindis por ello, debemos estar felices… pero en cuanto a los libros, esto es harina de otro costal.
Lo datos de consumo ponen de manifiesto que los libros publicados en papel continúan siendo preferidos en dos de cada tres lectores a nivel general y en tres de cada cuatro en lo referente a lectores jóvenes. Otro ámbito interesante es la fotografía, donde sin duda ésta ha perdido terreno en la impresión en papel, optando por lo digital; sin embargo esta rendición de la fotografía es parcial pues un 45% prefiere la imagen impresa.
Además, con respecto a los libros electrónicos, ¿qué ocurre si queremos leer algo realmente viejo, publicado hace mucho tiempo, que no se encuentra en un catálogo digital?, me temo que debemos recurrir a la impresión en papel.
No seré yo quien reste importancia a este formato que admito, posee ciertas ventajas, la primera, el espacio. El precio, por qué no, es una ventaja con respecto al formato tradicional, pues los libros electrónicos, no el lector, son infinitamente más baratos; en estos momentos me acuerdo de la industria cultural. Además, con los ebooks puedes compartir citas, frases, palabras de tus autores favoritos en cualquier plataforma socio-digital, es la era de la inmediatez, eso es lo que te proporciona todo el mundo digital.
Lo cierto es que el ser humano posee de manera innata la necesidad de arte, y la escritura efectivamente lo es. Sin duda esta necesidad tiene un componente visual y la verdad, no imagino por ejemplo, la biblioteca vaticana, o la de Harvard, o incluso la British Library cuyas estanterías estuvieran repletas de ebooks. El libro físico es contenedor de arte.
El libro de papel posee como ya se ha señalado un olor, un tacto, un sonido, un peso que caracteriza la propia obra. Afortunadamente la literatura siempre nos acompañará en un formato o en otro y según los expertos lo digital no siempre mata lo tradicional.