jueves, 3 de diciembre de 2009

“LA TEJEDORA DE SUEÑOS”, Buero Vallejo


“LA TEJEDORA DE SUEÑOS”
Penélope y la fidelidad quebrada

Cuando uno se enfrenta a la Odisea de Homero, descubre una imagen de Penélope que dista ciertamente de la que presenta Buero Vallejo en su obra “La Tejedora de Sueños”. En la obra del poeta griego, la esposa de Ulises es un personaje ceñido al hogar que ha dejado vacío el héroe; se muestra prudente y con un corazón entristecido por la ausencia de su amado. Se niega a perder toda esperanza sobre el regreso de su amado, ella espera firme y es una esposa fidelísima que no cae en la destemplanza de sus pretendientes. Es una mujer ejemplar que lleva esperando veinte años el regreso de su marido y que la rueca con la que hila es metáfora del tiempo transcurrido.
La “Penélope” de Buero se convierte desde las primeras líneas en protagonista de la obra, esa mujer que vive en soledad pasa a un primer plano. La esposa fiel, ahora lidera un argumento, pero sigue sumida en la tristeza y en la indecisión. Llega a conocerse por dentro y el sentimiento que predomina en ella es el de una mujer frustrada a la que el paso del tiempo la ha deteriorado y que emite un reproche en voz alta contra la guerra de Troya, pues ésta dejó sin marido a un gran número de mujeres. Entonces siente odio por Helena y por Ulises, por los veinte años pasados en soledad y por las horas infinitas que ha pasado delante del telar, tejiendo y destejiendo un estúpido sudario que, por sorprendente que parezca, carece de simbología, aunque sea aludido con él, el propio Laertes. Homero había puesto en boca de Penélope palabras que implicaban una fidelidad eterna, propia de una mujer abnegada; ahora Buero quiebra esa orientación convirtiéndola en presa del tiempo, de la frustración y de la falta de esperanza, pues todo ha sido fruto de un sueño y será éste la que le dé el descanso eterno.

El dramaturgo español parte de unos presupuestos muy legítimos a la hora de idear su obra: Helena, la guerra de Troya, la ausencia del esposo, la pérdida de esperanza, la soledad. Pero da una vuelta de tuerca más a la obra homérica, Penélope odia cuanto Helena motivó. Ulises en su regreso, quiere volver a vivir desde el mismo punto en el que él abandonó Ítaca, y esto sencillamente ya no es posible. Buero lo deja muy claro. Ahora Penélope, esa mujer que fue fiel y devota, paciente y abnegada, que se encontraba instalada en la esperanza, quiere e intenta crear un nuevo orden en su cosmos y ese nuevo mundo está protagonizado por uno de los pretendientes, el leal Anfino. Esto, como es de suponer resulta difícil de imaginar en el texto homérico. La llegada de Ulises, rompería dos perspectivas fundamentales en la vida de nuestra protagonista. Por un lado, se rompería el sueño en el que se encontraba la ausencia de Ulises, por otro, el futuro con uno de sus pretendientes, Anfino. Esa ausencia mencionada, es el centro de una idea vertebradota de la obra de Buero pues es en ella donde sitúa Penélope a Ulises y a Helena, que representan una simbología humillante. Ulises se marchó a Troya concitado por Menelao para rescatar a Helena y fue ésta la auténtica culpable de la pérdida de los maridos de muchas mujeres. Penélope se ve avocada al deterioro físico que el tirano tiempo provoca en todos nosotros, es ahí donde Buero consigue una imagen muy humana de ella. Helena sigue bella por boca de Ulises y es ese sentimiento de venganza el que provoca en la mujer abnegada una reacción que será crucial para la obra teatral que plantea Buero Vallejo. Penélope se muestra desde su interior hacia fuera, sorprendiendo a propios y a extraños y poniendo al héroe en una tesitura poco habitual.
Ulises vuelve y esto provoca un caos en el orden cósmico establecido en el interior de su mujer. Lo mismo ocurrió con su partida, que ni el propio Atlas hubiera sujetado tan asolador mundo, un mundo en el que tuvo que vivir a la “viuda”. El héroe una vez más juega con ventaja en las dos obras, tanto en la griega como en la de Buero. Su manejo del arco le conducirá hacia el éxito, pero ignora de todo punto, que ese éxito pronto se tornará en odio y en desazón puesto que Buero así lo quiere. Lo que hace veinte años conquistó a la bella Penélope, esto es, el manejo del arco por parte del héroe ahora Buero lo trastoca y la gallardía demostrada una vez más por Ulises no tendrá recompensa. Ahora la esposa posee otros valores a los que le han conducido la tristeza, la soledad y la desesperación: la maestría con el arco, las implicaturas sexuales y machistas que ello conlleva no le sirven. Lo que ahora a ella le importa, es la valoración sentimental de los seres. Buero hace algo excepcional e impone la victoria emocional e intelectual al propio héroe y guerrero. En cierto modo, aunque vagamente, esto recuerda al discurso de las armas y las letras. Anfino ahora representa la cordura y el intelecto y es destruido por las armas y la fuerza, por el héroe que ahora ya no lo es tanto, como muestra Buero Vallejo.

Digna de mención es la criada Dione, figura fundamental en “La tejedora de sueños” pues encarna la figura del malvado y se encuentra en un plano opuesto al personaje de Penélope, pues ambas están enamoradas de Anfino y ambas sienten amor por Telémaco, una filial y otra sexual. Dione también es tejedora, pero no de sueños sino de planes y estrategias. La suya es unir a la reina con Anfino para que ella se convierta en amante y pueda disfrutar de las riquezas del palacio. Es Dione la que posee la llave que abre el secreto de Penélope, un secreto que la conduciría a la perdición, pues destejer es una tarea innoble que impacientaría aún más a los pretendientes. Penélope no representa al personaje de Homero, ni Ulises ni Telémaco y es precisamente Dione la que nos pone en la pista de esa nueva concepción de personajes, nos abre los ojos sobre la nueva vertiente que plantea Buero, y es por ello que el dramaturgo le de tanto relieve: Dione es el detonante de la acción modificadora con respecto a la obra original.
En el texto original de Homero, Telémaco es un hijo dedicado a su madre y muestra respeto hacia ella sin variaciones. Es una figura noble y fiel al linaje de su padre. Sin embargo, Buero dintela una figura muy diferente. Telémaco es un personaje enamorado de una de las esclavas de su madre, ésa mencionada líneas más arriba y que conducirá a la perdición a todos los personajes. La madre defenderá al hijo sin que él lo sepa y el muchacho caerá en los brazos codiciosos de una esclava. Por ello, Penélope lo aleja de Dione enviándolo en busca de su padre, lo que propiciará un enfriamiento en las relaciones que conducirán al olvido.

En la “Tejedora de Sueños” nos enfrentamos a la historia de Penélope y a su vez intentamos dar sentido a un mito. Buero ha entendido lo que fue la creación homérica y lo hace renacer, dándole vigencia y validez en nuestro tiempo, en nuestra época.

1 comentario:

  1. Gran post. Me hizo ver aristas que yo no vi. Sobre el mismo libro con menos detalles escribo en El Criticón Lector.

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