jueves, 26 de noviembre de 2009

"El Diablo Cojuelo" L.Vélez de Guevara

EL DIABLO COJUELO

“Ya comenzaban en el puchero humano de la Corte a hervir hombres y mujeres, unos hacia arriba y otros de través, haciendo un cruzado al son de su misma confusión, y el piélago racional de Madrid a sembrarse de ballenas con ruedas, que por otro nombre llaman coches, trabándose la batalla del día, cada uno con disinio y negocio diferente, y pretendiéndose engañar los unos a los otros, levantándose una polvareda de embustes y mentiras, que no se descubría una brizna de verdad por un ojo de la cara.”
(Luis Vélez de Guevara, El Diablo Cojuelo, Tranco III, 1641)

Reflexionamos sobre un texto que está íntimamente ligado al mundo de la corte, una corte donde se desarrolla la acción y de donde sale la trama. Descripción de ese contexto social, en donde los intereses, el dinero y la rentabilidad parecen ser la razón de todo. Se inserta en una corriente de pensamiento que presenta ese mundo como la quintaesencia de la corrupción. El texto de Vélez de Guevara es interesante porque lo identifica ya con el medio urbano: la corte sigue siendo el espacio que rodea al poder, en general al rey, pero se desenvuelve ahora, no en el marco del palacio, sino de la ciudad, de Madrid, que es el escenario del encuentro entre hombres y mujeres, es decir, de una sociabilidad ligada a los afectos y al deseo. El menosprecio de corte que aquí se entona es solidario de una ética senequista, de tipo estoico, que elogia frente a la ambición el retiro del mundo y la amistad como valores ansiados para alcanzar una vida feliz. No es menos cierto que, el artista, el escritor por más que critique ese mundo, tampoco puede renunciar completamente a él, pues sin ir más lejos, es ese mundo el gran generador de pasiones que mueven el panorama literario en esta época. Por lo tanto, se puede interpretar el texto de Vélez de Guevara como una crítica irónica que no puede tomarse del todo en serio, pues se critica algo que se plantea también, de forma más o menos abierta, como un espacio dominado por la seducción y que en sí mismo parece serlo.

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