jueves, 26 de noviembre de 2009

Literatura y Letras Musicales

LETRAS, CANCIONES Y LITERATURA. LA FUNCIÓN FORMADORA DE LA MÚSICA EN UN ESTUDIANTE DE LITERATURA.

Lejos queda el trabajo ambulante de bardo y poeta. El trovador, cuyo origen era eminentemente noble, cantaba al amor, pero también abría debates políticos y plasmaba una historia concreta desde su visión del mundo. Eran los trovadores, creadores de textos y música; trabajaban muy lentamente, no solían hacer normalmente más de diez poemas al año, es decir, más o menos lo que en la actualidad es la producción mediana de cualquier cantante o grupo musical. El paralelismo con los artistas y cantantes de nuestro tiempo presente es innegable.

“Nuestra vida son los ríos que van a dar a la mar, que es el morir”, Jorge Manrique expresaba una de las metáforas más conocidas y explotadas de la historia de la literatura española en “Las Coplas a la Muerte de su Padre”. A pesar de su simpleza, ese verso contiene una realidad inherente al hombre, en términos genéricos. En la música actual, cualquiera que sea el género, podemos afrontar recursos estilísticos tan brillantes como los de Manrique, (si se me permite el atrevimiento y salvando las distancias).

La formación de un estudiante de literatura debería estar basada en un compendio de habilidades, lecturas y viajes, experiencias y vivencias y por qué no, música. Las letras de canciones contienen un sinfín de recursos retóricos, escritos por un poeta que transmiten un pensamiento, una emoción y una idea. Existe un aporte extra por parte de un autor o grupo musical: y es la atracción que se puede sentir por el estilo, en definitiva por la música.

La música y la literatura son dos lenguajes diferentes, pero que a lo largo de la historia han disfrutado de una simbiosis de mágicas proporciones que permiten al lector y usuario tener una vida más placentera y más hermosa. La primera es testigo del paso de nuestro tiempo y está presente permanentemente en nuestro devenir vital, hasta tal punto que una nota musical puede retrotraer al sujeto a épocas remotas de su trayectoria biográfica. La segunda, esto es la literatura, complementa de manera teórico-práctica nuestro conocimiento de la vida, a un nivel más social e interpersonal.

Los textos, los escritos, las letras, tienen como misión vocacional, transmitir y emocionar y hoy día eso se consigue leyendo pero además escuchando. Se podría incluso realizar un estudio filológico y hermenéutico de un grupo musical concreto y de un cantautor en particular. Por ello, el estudiante de literatura comienza desde una edad muy temprana, antes de que el propio sujeto sea consciente. Incluso aunque su vocación sean las ciencias y los números. En el momento que se lee una letra musical, con un mensaje inherente y que conmueve al usuario, estamos ante una obra poética y estética. Es ahí donde se gestarán los nuevos estudiantes de Literatura, donde se sensibiliza el ego poético y creativo del ser, que dará lugar a un creador. Estadísticamente sería improbable que un adolescente adquiriera un volumen de “Poemas de Amor” de Neruda o “Sonetos de Amor” de Shakespeare para paliar la pena de un amor frustrado y la imposibilidad de alcanzar al ser amado. Lo que sí es posible, es que el agraviado sentimentalmente, se refugie en su grupo musical favorito y con las “letras” musicales a su alcance, se identifique una y otra vez con lo que el poeta escribe. A continuación curará la herida y fortalecerá su conocimiento del mundo a través de la poesía, una poesía a la que los artistas de nuestros días le ponen música.
Quizá sea éste el paso previo a una iniciación en la lectura. El incentivo musical potencia la necesidad de sentir y de escuchar. Se desarrollará el espíritu crítico y sentará las bases para afrontar otras lecturas; lectura como acto en solitario que hace crecer el devenir emocional del sujeto y que lo lanza hacia el mundo de las sensaciones. La música aporta equilibrio y sensibilidad, y es la literatura la que conduce esa cualidad hasta que se descubre a los clásicos: esos libros que nunca terminan de decir lo que tienen que decir.

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